El tren salió a las siete menos diez de la madrugada así que la desvelada cada quien la imaginará. Lo bueno es que en el tren quedamos estratégicamente sentados junto a la cafetería para un buen café. Al llegar a León me encontré con el río que bordea la ciudad, me gustan las ciudades con ríos, da mucho juego para hacer paseos dominicales.
Apenas llegamos a dejar las cosas al hotel nos fuimos a probar las tapas del lugar. En algunos lugares buenas y en otros no tanto. La bebida del lugar se llamaba limonada y es una especie de preparado con vino tinto y frutas, viene siendo una sangría con canela. La catedral me impresionó y parece que es una de las catedrales más bonitas que he visto en mi vida. Apenas subí la mirada, ya no me pude desprender de ella. El Museo de Arte Contemporáneo estaba cerrado, aunque por fuera me esperaba una gran arquitectura, me gustó la parte de los vidrios de colores.
Por la noche salimos de fiesta, aunque la fiesta de León no fue mucho de nuestro agrado de todas formas lo pasamos bien justo para ir a dormir tranquilos y despertar para seguir conociendo la ciudad.
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