Hay días que quisiera tener la misma sensación que cuando sobrevolé Segovia en globo aerostático. Fue una sensación de ligeresa y alivio a la vez, donde las decisiones del rumbo no las tomaba yo sino el aire. Lo mejor en ese momento era dejarse llevar por esa corriente de viento, y en un momento específico bajar el fogón para que el Globo empiece a descender poco a poco, aterrizar en otro lugar y empezar a andar de nuevo.
Fotografía tomada desde mi posición.
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