viernes, 4 de septiembre de 2009

Septiembre 4: US Open

Una de las causas por las que me he aficionado al tenis es posiblemente el momento slow por el que estoy pasando, estoy en un proceso en donde disfruto más del silencio que del ruido, comer con la televisión me molesta y para leer ya necesito silencio total. El tenis me parece un deporte limpio, de estrategia, silencioso, en donde los dos oponentes necesitan concentración total igual que el público que los observa, ningún ruido, sólo el crack de la pelota al estamparse con la raqueta y salir disparada a toda velocidad. 

He visto poco del US Open en estos días, y la diferencia horaria ayudo poco, sin embargo anoche quedé idiotizado viendo el juego de Soderling contra el español Granollers. Al primero de por si ya lo tenemos en la mira al haber ganado a Nadal en Roland Garros. Por aquel triunfo, su ego ha crecido y su seguridad en la pista también. 

Estaba decidido a ver unos cuantos puntos e irme a dormir, sin embargo al primer punto de empezar en donde Soderling lo abatió, se hizo una pausa ya que Granollers había sufrido una contractura. Un momento bochornosos, en plena pista tirado al suelo en manos de su fisioterapeuta, pienso que en esos casos no se puede hacer nada, un desgarre no se arregla con un masaje. Una situación incomoda para el oponente ¿Cuál será su estrategia? ¿Le tira a matar? ¿Le tiene lástima? Si gana no ganará con honores, pensará, sino por la invalidez del otro. Que difícil es competir contra la debilidad o la supuesta debilidad del otro ¿no?. Al final Marcel G. se retiró terminando el segundo punto, y me fui a dormir. 

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