sábado, 1 de agosto de 2009

Agosto 1: Inauguración en la terraza

No puedo dormir y apenas son las diez de la mañana. He llegado en torno de las seis de una fiesta que ha ofrecido V. y M. por pre-inauguración del piso que tienen casi listo para habitar después de su boda en Galicia este mes. Una terraza del mismo tamaño que la casa con vistas de la Iglesia de La Latina y el reloj de la Gran Vía, cien latas de cerveza, veinticinco botellas de vino, cuarenta y cinco bolsas de hielos y mucha mucha comida fueron los anfitriones. Por suerte mi cuerpo dejó de aceptar bebidas alcohólicas después de dos cervezas y dos gin tonic, así que estoy en condiciones para escribir a esta hora. 

La conversación más destacable fue con un chico Vasco del cuál ni siquiera me enteré de su nombre: 

Chico V. -Lo que no entiendo es porque España no acepta que el pueblo Vasco haga un referendum y decidan su futuro. Si quieren seguir perteneciendo a España o no. En este país no hay libertad, sino ya lo hubieran aceptado. 
Fugitivo. -Supongo que la historia pesa mucho, no creo que haya un político dispuesto a jugarse un referendum con la posibilidad de perder una parte de territorio. 
C. -Pero ¿Por qué no? A lo mejor el pueblo quiere seguir siendo parte de España, pero hasta que no hagan un referendum no lo sabremos, mira el caso de Bélgica. 
F. -Por eso, ellos tienen peores condiciones. Los flamencos y los francófonos no se entienden de nada y aún así no creo que haya algún dirigente europeo que acepte la separación. 
¿Y ETA? es justo que siga acojonando a todo el pueblo poniendo bombas. 
C. -No, eso si que no. El terrorismo y las bombas no son justificables, pero tampoco un gobierno que oculte que hay un problema y que se tiene que hacer algo. 

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