lunes, 17 de agosto de 2009

Agosto 17: El absurdo

El ser humano es absurdo. Esta teoría la tengo más desarrollada desde que trabajé en esa empresa en donde por un salario muy bajo y un puesto igual me tenían tomando algunas decisiones que hacían temblar a los intocables, es decir, los directores. Poder tener el contacto directo con su mundo, ver como pelean e interactúan de una manera tan absurdamente infantil me permitió entender que el ser humano es un eterno niño que conforme crece va perfeccionando sus movimientos, es decir juega a ser adulto.

Partiendo de este absurdo empieza mi interés por tratar de leer aquellos textos que descubren la parte más sencilla de la gente, es decir su día a día, y no aquellos en donde fingen tener pensamientos profundos. Se lo creen y luego los escriben, pintan o retratan para que la gente los glorifique. Es por eso que me gusta leer cosas absurdas, como cuando Ángeles Mastretta en su blog desvela que no  pudo dormir porque sus hijos son unos chavales inconcientes que quieren seguir después de la fiesta sin importarle a los demás. O saber que a pesar de ser una escritora de prestigio sufre, como toda madre, al mandar a su hija a estudiar fuera ante todo quiere un buen futuro para ella.

Esto mismo hizo que ayer disfrutara la columna de Paulo Coehlo en el XL Semanal del 9 de Agosto titulada ¿Qué es lo que a fin de cuentas hago? En donde describe sus actividades del día a día y en donde un jueves cualquiera se entera que unos de sus amigos llamado Frei Betto publica un texto hablando mal de él. Coehlo se encabrona y le envía un mensaje donde corta todo lazo de amistad. Lo hace como cualquier ser humano infantil y absurdo, sólo que por el papel de escritor que tiene cuando juega a ser adulto le manda un mail donde lo manda a la chingada y de paso le copia a sus amigos en común “para asegurarme de que el mensaje llegara hasta èl”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario