lunes, 24 de agosto de 2009

Agosto 23: Un lugar para comer

De regreso después de haber conocido la ciudad de Vigo y haber desayunado en el mismo lugar de ayer llamado Dolce&Salato, en donde por 3.20€ te daban un zumo de naranja recién exprimido, un café y una cesta de mini bollería deliciosa, emprendimos el viaje de regreso. El propósito era encontrar antes de salir de Galicia, algún pueblo perdido en medio de la carretera y comer ahí. 

Después de dos horas conduciendo y casi a las cuatro de la tarde, encontramos una señal que ponía un castillo como dibujo. Lo que no sabíamos es que estaría a 20 kms. alejado de la autopista, por un sólo carril y en una máxima de 60 kms/hr. El pueblo, un lugar pequeño en donde descubrimos a algunos de sus habitantes haciendo un torneo de boliche improvisado en plena calle con botellas de coca cola como pinos, hasta el policía local estaba disfrutando del torneo. No sé como puede poner orden una persona que conoce a todos, son sus amigos y posiblemente estuvo en el colegio la mayoría de los habitantes de su edad en un pueblo de, creo yo, menos de dos mil habitantes. 

Alguien que no ha venido a España no entenderá cuando les comento que a las cuatro de la tarde y en un pueblo de esas dimensiones, las posibilidades para que alguien te sirva de comer son mínimas o nulas. Cuando la cocina se cierra, se cierra, y no hay manera que con ánimo de vender un poco más te ofrezcan alguna posibilidad como comer algún pincho frío. Esto no es América señores y como tal se tienen que respetar las diferencias. Así que de regreso a la autopista, tuvimos que parar en un restaurante de por ahí en donde con un poco de piedad al ver nuestras caras nos hicieron unos bocatas. 


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