Cuando tenía como 10 años mis padres me mandaron a Nayarit, una provincia de México, a pasar las vacaciones de verano. Era la primera vez que viajaba solo en avión con los cuidados de las sobrecargo de vuelo. Al llegar al pueblo de donde se decía que mi familia era una de las más poderosas, yo pasé a ser inmediatamente el hijo del Licenciado. Y es que en aquel pueblo como en muchos otros, entrar a la universidad para ser licenciado significa que en un futuro serás abogado, sólo se puede ser licenciado o médico, no hay cabida para más.
Todo este preámbulo desemboca en la anécdota de la tarde que estuve con el presidente municipal en donde el aprovechando de su estatus y yo de la situación me preguntó si sabía leyes como mi padre a lo que respondí que si. Me pidió que le dijera los dos primeros artículos de la Constitución, y como por aquel entonces yo estudiaba los derechos de los niños le solté mi primera barbaridad. Artículo 1. Los niños siempre tienen la razón. Artículo 2. Aunque los padres aleguen los niños seguirán teniendo la razón. La gente que rodeaba al presidente le preguntaron que si era verdad que esos eran los artículos de la Constitución. El asintió por no emitir un no lo sé, yo quedé como una promesa y el siguió siendo el señor presidente.
La lectura del domingo: Las 20 historias, 20 países, 20 años de la Convención sobre los derechos del Niño que publica El País Semanal. Pido prestada una de ellas para ilustrar el post.
Ay amigo mío! Los niños son maltratados, explotados,usados,ninguneados en buena parte de nuestro planeta... Pero es que ellos serán los adultos del futuro que replicarán - en buena medida - dicho patrón de comportamiento.
ResponderEliminar¿ Por qué ?