lunes, 2 de noviembre de 2009

Noviembre 2: El muro de Berlín

La vez que estuve en Berlín me dejé seducir por uno de los souvenir más vil que uno puede comprarse, un trozo del Muro de Berlín. A pesar de toda certificación que me juraron y perjuraron que tenía, casualmente en todas las tiendas venden miles de pedazos y misteriosamente todos provienen de una parte graffiteada con colores llamativos. 

La vileza de este pequeña adquisición no está en el objeto como tal sino en su significado. Por que tener un objeto que recuerda que justo hace veinte años había un mundo dividido por el lado más irracional del ser humano. No dudo que el mundo actual esté resuelto pero la gente que vivió la parte más cruel de la separación supongo que se querrá olvidar del estado en el que se encontraban, como el de persecución, espionaje, encierro y pobreza. En Berlín sin ir más allá aún se nota la diferencia entre la parte occidental y la oriental. Las personas que creen que el imperio soviético es un ejemplo a seguir de igualdad social a través de su comunismo les invito a hablar con cualquier persona que haya vivido ese momento en  Europa del Este a ver que les dicen. Y es que tendemos a creer que lo utópico existe y a pesar de que la gente que vive ese proceso grita que algo no está bien los soñadores viéndolo desde fuera lo creen un ejemplo a seguir. 

Hace veinte años que cayó el muro de Berlín y aún falta derrumbar otros muros que esta vez no tienen forma de cemento ni graffitis encima. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario